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 El riego.

   
 
 
Tanto en su cantidad, como en la frecuencia, el riego del bonsái, dependerá de la especie de la planta que estemos cuidando. No debemos olvidar que la cantidad de sustrato que contiene la bandeja es pequeña y que, por lo tanto en algunas épocas del año debemos hacerlo a menudo.

La forma de efectuarlo varía según nuestros gustos: se puede hacer por inmersión o con una manguera provista de alcachofa que no tenga mucha presión para evitar que la tierra caiga. Si lo hacemos por inmersión, podemos aprovecharar para suministrar el abono si usamos líquido.


En la imagen un Prunus pissardii en flor, (ciruelo mirobalán).

En invierno podemos regar siempre que observemos que la tierra no contiene la cantidad de humedad necesaria y teniendo en cuenta la composición del sustrato que contiene cada bandeja. Aumentaremos el riego en la primavera, sobre todo si es ventosa como suele ocurrir en nuestra zona. En verano deberemos regar, por lo menos, una vez al día, y dependiendo de la capacidad de retención del sustrato y del tamaño de la bandeja hasta dos y tres veces. La mejor hora del día es al atarceder y en este riego aprovecharemos para refrescar las hojas de nuestro bonsái.

Si podemos usar agua sin cloro mucho mejor; aunque esto es prácticamente imposible a no ser que dispongamos de agua de lluvia o de un pozo.
  
 

 
  
  
  
  
   
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