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Iglesia de Santa Coloma y la tradición templaria. | |||||||
La tradición sostiene que la iglesia de Santa Coloma pertenecía a la Orden del Temple. Y templaria es parte de su ornamentación arquitectónica. En las celosías se repite por doquier la Cruz de ocho puntas. Por otro lado en un antiguo Libro de Fábrica de 1626, de la parroquia de Albendiego aparece como marca de agua en todas las páginas la cruz de ocho puntas. ¿Qué explicación damos a esto? Madoz en su Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España, Madrid 1845 recoge la siguiente opinión: "Se cree que esta abadía se fundó con las haciendas que poseían los templarios de aquel territorio y consisten en la misma iglesia de Santa Coloma, parroquia en el día, un castillo inmediato a ella con casa y huerta, la ermita titulada del Santo Alto Rey, que está situada en lo más alto de la gran sierra que lleva de nombre al sur de la población, otro castillo arruinado contiguo a la misma y toda la tierra de llano y monte que media entre ambas alturas". En el Nomenclátor descriptivo, Geográfico y Estadístico de la Diocesis del obispado de Sigüenza publicado en el año 1886, describe a Albendiego de la siguiente forma: "Se cree que esta abadía se fundó con las haciendas, que poseían los Templarios en aquel territorio, y, consistían en la misma Iglesia de Sta. Coloma, un castillo inmediato a ella con casa y huerta, la ermita titulada del Santo Alto Rey.. Como puede observarse esta descripción coincide al pie de la letra con la que ofrecía Madoz en su diccionario, es fácil entender que el cura encargado de redactar tal descripción, lo copiara del anterior, pero lo que no cabe ninguna duda es que en aquellos tiempos era creencia generalizada que, Santa Coloma y las demás construciiones se fundaron con las haciendas que poseían los templarios, incluso la misma Iglesia lo admite. Pablo Riera, en su Diccionario Geográfico-Histórico de España, Barcelona 1881, recoge la tradición de que "los bienes que poseían los templarios en aquel territorio, que consistían en la misma iglesia, un castillo inmediato a ella, una casa y huerta, la ermita del Santo Alto Rey, que está en el monte de su nombre y toda la tierra que mediaba entre dicho sitio y la parroquia". Según estas opiniones la abadía de Santa Coloma, regentada por los Canónigos Regulares de San Agustín, se fundó en las posesiones que tenían los Templarios. El problema estriba, en que, de la presencia de los templarios, no encontramos documentos escritos de la época que nos confirmen o nos induzcan a pensar que tal posibilidad tenga visos de realidad. Por otra parte, si los templarios eran los legítimos propietarios de todas las haciendas que mencionan Madoz y Pablo Riera en sus obras, ¿cuál fue el proceso que se siguió para pasar a manos de los Canónigos Regulares de San Agustín? Por otra parte hemos de pensar que la Orden del Temple se funda en 1119 en Jerusalén y llegaron a España entre 1128 y 1129, a instancias de San Bernardo, muy relacionado con el rey aragonés Alfonso I, quién les concedió el primer bastión, Monreal. Y si éste es el caso, ¿Cuándo y cómo llegaron a la propiedad de las haciendas de Albendiego? Si llegaron a estas tierras, posiblemente fuese de la mano de Alfonso I, El Batallador, rey de Aragón, pues en este reino, si tuvo amplio predicamento la orden del Temple. No obstante, estos territorios de la Extremadura castellana, estuvieron poco tiempo en poder del reino aragonés ya que, hacia 1130 se incorporarán al reino de Castilla en tiempos de Alfonso VII. De cualquier manera la propiedad les duró poco tiempo ya que, concretamente el 21 de abril de 1197, el Obispo D. Rodrigo escribía "regularibus canonicis", afirmando que vivían en aquel monasterio según el Instituto Reglar de San Agustín: "in Sancte Columbe monasterio vitam ducere secundum institutionem beati Agustini perpetuo regulare". Según el documento anterior, en 1197 ya estaban asentados los Canónigos regulares de San Agustín en Albendiego, por lo tanto hemos de concluir que, si es que los templarios alguna vez fueron propietarios de estas tierras, fue por un corto espacio de tiempo, máxime si tenemos en cuenta que, los canónigos reglares (regulares) se instituyeron en 1144, cuando D. Bernardo de Agén dio comienzo a la Catedral de Sigüenza, aunque no hemos de olvidar que estos obispos vinieron a raíz del enlace matrimolnial del Conde de Molina con Dª. Ermesanda, hija del Duque Americio, de Narbona (Francia). Reforzando esta teoría esgrimimos el razonamiento que 1734, D. Gregorio, gentil hombre, escribía en una carta a su hermana, Dª. Librada, priora del Real Monasterio de Buenafuente, ... "pues sabed que habiéndose ganado del poder de los moros del Señorío de Molina por los años mil ciento treinta (1130), poco después vinieron Canónigos regulares de San Agustín del Monasterio del Bosque Bertaldo en la Diocesis Xalonense en Francia e irigieron ese monasterio de Buenafuente" ¿Es posible que la misma iglesia eliminara cualquier pista que indicase que estas haciendas y heredades fuesen de la Orden del Temple? Si tenemos en cuenta lo que aconteció dos siglos más tarde, es posible que tal sospecha tenga algún fundamento. La disolución de la orden se llevó a cabo en el 1311 y, preparando el terreno para tal evento, en 1310 el obispo de Sigüenza contestó a una rogativa de los seis prelados comisionados por el Papa Clemente V, encargados de inventariar los bienes de la Orden del Temple, manifestando que, en su diócesis, no existían posesiones templarias en las villas y aldeas sorianas de Medinaceli, Almazán, Berlanga de Duero y Caracena ni en el resto de la diócesis de Sigüenza. En 1312, Clemente V, publica la Bula "Ab providam", mediante la cual, destinaba que, los bienes expropiados al Temple, pasasen a formar parte de las propiedades de la Orden del Hospital o de San Juan de Jerusalem. Por este motivo, muchos templarios, se incorporaron a la orden San Juanista una vez disuelta aquella. De cualquier forma, hubo numerosas interferencias y apropiaciones, tanto de la Corona como eclesiásticas, por lo que, todo este proceso, sigue caminos muy diversos en los distintos reinos que componían la península Ibérica. Así, Aragón, en 1317, acató y siguió las directrices marcadas por el Papa en la Bula antes citada y, en el reino de Valencia, se crea la Orden de Montesa que heredará todos los bienes de la orden recientemente disuelta. En Castilla el proceso es totalmente distinto, el rey Fernando IV, se anexionaba la mayoría de los bienes templarios haciendo un distribución arbitraria entre las Ordenes Militares autóctonas y la nobleza mas próxima al poder real. Llegados a este punto y basándonos en una serie de documentos que cita Minguella y recoge Marcos Nieto en su Web: http://www.histgueb.net/albendiego/index.htm, podemos concluir, casi de una forma definitiva, la presencia de la Orden de San Juan o del Hospital en Atienza y las aldeas de su territorio. No obstante, ¿se instala la Orden del Hospital a costa de lo heredado de los templarios? ¿Por qué se opone el obispo de Sigüenza, con tanto tesón, a que se instale la orden del Hospital en Atienza, hasta el punto que tuvo que intervenir el Papa a favor de los hospitalarios? Todo este proceso que no deja de sorprendernos a cada paso, llega a su culmen, al leer un documento conservado en el Archivo de la Clerecía de Atienza. "Copia notarial, autorizada por Martín Ibañez Lacor, vasallo de la Orden Hospitalaria y habitante de Mirambell, de una carta de privilegio y confirmación, por la que, el rey Pedro IV de Aragón, ratifica, a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, los privilegios concedidos por sus antecesores. El original estaba expedido en Lérida en 1336, mientras que la copia está fechada el 6 de septiembre de 1353", ... cuando dice: "ratifica a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén los privilegios concedidos por sus antecesores " parece dar a entender que sus antecesores eran los templarios, lo que, a todos aquellos que estamos convencidos de la presencia templaria en nuestro pueblo, nos reafirma y nos da alas para seguir investigando en esta dirección. | |||||||
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