El humanismo es una corriente filosófica, educativa, filológica,
artística e intelectual, cuyos orígenes habría que buscarlos
en la Italia en los albores del siglo XIV, pero que tuvo su culminación
en el siglo XV.
Los
hombres de letras del Renacimiento abandonaron los estudios teológicos
de los sabios medievales y dedicaron su atención al latín y al griego,
es decir al estudio de las letras clásicas. Además cultivaban su
voluntad, su inteligencia y sus aptitudes físicas y espirituales para ser
hombres distinguidos y sobresalir entre los demás, es decir que esta doctrina
hace del hombre el centro y medida de todas las cosas. El primer humanista fue
el gran poeta Petrarca (1304 - 1374) cuyas huellas siguió muy pronto Boccaccio.
Discípulos y seguidores de Petrarca fueron los humanistas florentinos Filelfo
Tolentino y Eneas Silvo que llego al pontificado con el nombre de Pío II.
Los
primeros humanistas italianos cultivaron el latín, pero ignoraban la lengua
y literatura griega. Hacia mediados del siglo XV emigran a Italia y se establecen,
precisamente en Florencia, numerosos hombres de letras del Imperio Bizantino,
quienes huían de Constantinopla, amenazada por los turcos. De ellos aprendieron
las letras griegas los humanistas italianos. El humanismo da lugar a la
aparición de un nuevo ideal pedagógico. La obra más representativa
de este movimiento es el Cortesano, de Baltasar Castiglione, en la que se presenta
el prototipo del hombre del Renacimiento, que encarna un nuevo modo de ser y también
un nuevo modo de vivir. Las ideas, la cultura y el arte del Renacimiento
se difundieron por Europa durante los siglos XVI y XVII. Bajo su influjo renovador,
las principales naciones europeas, Alemania, Inglaterra, Francia y España
alcanzaron un brillante florecimiento de sus letras y artes respectivas.
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