| | La
obra que os presento, y que va a servir como hilo conductror de este taller de
Ceramica:
"Creación de Murales cerámicos", es un pequeño mural de
6 piezas que ensamblan unas con otras sin que apenas se noten las uniones y se
sujeta a la pared sin necesidad de pegamento o argamasa. Es una alegoría que representa
la unión de dos vidas que van a fijar su hogar, residencia, en Tárrega (Lérida):
ENLACE "PAGES-LLOSES". Todo esto se plasma en el mural de la
siguiente manera: Las dos máscaras, "Prosopon" (persona),
tienen un doble significado. - Por un lado, representan la unión entre
dos personas, asignando a cada una de ellas los papeles de espíritu femenino la
una y, la otra, el masculino.
- Por otro, las máscaras, tienen el significado
clásico de la antigua Grecia, cuando en el teatro, los actores, usaban éstas para
representar los distintos personajes de la tragedia griega, "Prosopon". Con ello
he querido concretar la ciudad donde fijan la residencia, ya que Tárrega es una
le las ciudades de España que ha adquirido renombre gracias a la feria del teatro
que todos los años celebra en sus calles.
El reloj es la medida
del tiempo, el paso de la vida, donde lo importante no son las promesas, si no
los hechos cotidianos y, esto se refleja en el mural por la inscripción
latina "RES NON VERBA" que significa, en una traducción un tanto libre: "Hechos
no palabras". RES= cosas... hechos. NON= negación, no. VERBA= Palabras.
¿Cómo se hace un mural cerámico?
Comencé haciendo una placa o plancha
de pasta de chamota, 34 ctm.
de ancho por otros tantos de largo y de 6 mm. de grosor aproximadamente. Después,
añadí las formas de un círculo, al que corté un poco por la parte inferior, y
dejé insinuados unos prismas que salían de la izquierda del círculo. (Figura
1). A continuación, hice otra placa de 1'5 cm de gruesa, 30 de ancha y otros
tantos de alta que coloqué y ajuste a la anterior (Figura 2). Añadí
unos macarrones para delimitar un tejado y, por medio de la técnica de la pella,
modelé las máscaras, en una primera fase. Posteriormente, y una vez que estuvo
hecho la totalidad del mural, se fueron puliendo todos los elementos. El siguiente
paso fue hacer las piezas de la base donde se recoge la inscripción "RES NON VERBA".
En principio se hicieron de una sola pieza pero, antes de colocar las letras,
la corté en dos partes aprovechando una de las líneas de fuga.
Añadí, a cuatro centímetros de la parte superior de estas placas, un centímetro
y medio de pasta aumentando, de este modo, su grosor y, rebajé hasta un centímetro
la parte inferior de las mismas. (Figura 3). A continuación agregué otra plancha
de 2 centímetros de grosor por 20 centímetros de ancho, por 34 cm. de largo, encajándola
con todo el conjunto que tenía confeccionado. Pegué algunos macarrones y me quedó
insinuado el telón del teatro (Figura 4).
Seguidamente recorté un círculo dejando un hueco donde debería encajar el reloj
(Figura 5). A continuación confeccioné el reloj. De una placa de 6 milímetros
de gruesa recorté un círculo de 12 centímetros de diámetro y le añadí una base
con paredes desiguales, para que en el momento de encajar, en el sitio que había
previsto, quedase con una inclinación que confluirá hacía las máscaras. (Figura
6). Seguidamente pegué las letras y dibuje las líneas de fuga que delimitan
las baldosas del suelo y dan profundidad al conjunto.
Ya tenía hecho el esbozo de lo que quería expresar. Ahora hacía falta retocar,
resaltar, reforzar, pulir, vigorizar etc. todo el conjunto de la obra. Como
quiera que la pasta estaba demasiado húmeda para seguir trabajando, la dejé reposar
hasta el día siguiente para que secase un poco, cogiese más cuerpo y no se pegase
en las herramientas de trabajo (Figura 7).
Al día siguiente, la pasta estaba más asentada pero todavía con bastante humedad
como para poder añadir las pellas y macarrones que hiciesen falta. Lo primero
que hice es separar las distintas piezas que componen el mural, para impedir que
soldasen definitivamente en el proceso de secado (Figura 8). Retoqué y pulí todos
los elementos que forman el mural,añadiendo
o quitando pequeñas pellas de barro donde era necesario. Otro aspecto importante
que debemos realizar ahora, cuando todavía el barro conserva parte de su humedad,
es vaciar por detrás las distintas piezas, eliminando pasta, tratando de dejar
un mismo grosor en toda la pieza. De esta manera eliminamos peso, favorecemos
el secado uniforme y evitamos riesgo de deformaciones. (Figura 9).
El siguiente paso sería revisar los ajustes de las piezas y retocar aquellos que,
por el manejo o las presiones, se hubiesen desajustado. Llegado a este punto hay
que dejar reposar la obra, cuidar que vaya madurando poco a poco, vigilando que,
en el proceso de secado, no se deforme.
Este proceso dura entre 10 y 20 días, según la climatología, los grosores de la
obra, la humedad de la misma, la humedad ambiental, etc. Cuando ya la tienes seca
físicamente la obra y está totalmente rígida, se puede manipular con cierta soltura
y todavía se aprovecha para dar los últimos retoques y comprobar las uniones,
lijar o limar ciertas partes que impiden un perfecto acople. Ahora es uno de los
momentos decisivos de la obra. Hay que hornear las distintas piezas y proceder
a su primera cocción (bizcochado). Si la pasta no se amasó debidamente y, en la
superposición de las pellas, quedaron burbujas de aire entre el barro, corres
el peligro de que explote dentro del horno, ya que la dilatación del aire es mayor
que la del barro.Para evitar deformaciones que posteriormente resultarían nefastas,
la subida de la temperatura, en esta primera cocción, ha de realizarse de una
manera lenta y progresiva. Entre los 400 y 500 grados, la obra ha sufrido una
transformación química, ha desaparecido el agua química o de constitución y se
ha trasformado, de una pasta moldeable y dúctil, en una pieza rígida y dura. Alrededor
de los 1000 grados se detiene este proceso y, cuando sacas la obra del horno,
observas que ha reducido su tamaño, según las pastas, hasta un 15 %.
En la figura 10, podemos ver la obra bizcochada. Una vez sacada del horno,
tras esta primera cocción, se procede a su decoración. Es el momento de aplicar
los óxidos, colorantes, cubiertas o esmaltes (ver figura 11).
Y otra vez al horno y, cuando está a una temperatura entre 1000 y 1150 grados,
según los productos con los que hayas decorado las piezas, se saca decidida y
rápidamente para proceder a realizar la técnica del rakú. Este es un momento crucial,
pues de no estar bien amasada la pasta o no estar debidamente compactada, se pueden
producir roturas que darían al traste con todo el trabajo realizado hasta el momento.
En las imágenes 1, 2 y 3 de la página dedicada a esta técnica
del rakú, se ve perfectamente el proceso, cómo se saca del horno cuando la
pieza está incandescente, se mete en serrín y a continuación en agua.
En este proceso se ha producido una reacción química que se conoce como reducción
y una trasformación física, una contracción, dando como resultados, una disminución
en el tamaño de la obra y unos brillos metalizados que se pueden observar en la
figura 15. Espero que, a los espíritus inquietos que visitáis esta página,
os haya servido, cuando menos, para conocer someramente el mundo de la cerámica
y, a los esposados, que en definitiva son los que van a disfrutar de esta obra,
desearles toda clase de FELICIDADES.
| | |