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Llegamos al sur, a la Costa mediterránea, y encontramos infinidad
de razones para estar contentos. Todo es luz, sol, mar y agradables temperaturas
que se mantienen durante todo el año.
Nos asombramos al abrazar el mar entre calles empinadas y blancas de hermosos
pueblos que se elevan hacia el cielo, observando el horizonte, como hicieron
en otros tiempos, fenicios, romanos y árabes.
Sentir como la majestuosa Sierra Nevada protege esta tierra escarpada
y bella, repleta de playas con olor y sabor tropical; plátanos,
aguacates y chirimoyas, crean una exótica vegetación subtropical.
Trabajo de caña de azúcar y sal milenaria, de gentes de
amable mirada que nos invitan a permanecer en esta costa de tranquilidad
y descanso.
Toda una tierra de templados veranos y cálidos inviernos mirando
al mar, al ocio, provocando el baño, el deporte y noches alegres
de brisa suave.
- Almuñecar. El acueducto romano y los importantísimos
restos de la fábrica de salazones, puestos al descubierto en el entorno
feliz del parque del Majuelo, en Almuñécar, donde la vegetación acompaña
al paseante y sube hasta el castillo árabe.
- Motril. antiguo centro azucarero de la Casa de la Palma
que, con sus 50.000 habitantes y su importante puerto, es el centro
comercial y económico de la costa granadina.
Campos de golf junto a un estilizado pueblo turístico de clásica arquitectura
andaluza.
- Salobereña. El bellísimo paisaje del blanco caserío de
Salobreña, encaramado en una peña, que surge sobre el verde cálido de
la caña de azúcar y corona la poderosa silueta de su inexpugnable castillo,
contrastando con la blancura de Sierra Nevada al fondo.
- Los Guájares. Tierra adentro y montaña arriba, desde
el valle que acoge al río Guadalfeo, antes de venir a desembocar en
Salobreña, hay tres pueblos hermanos. Son los Guájares: Fondón (el de
abajo), Faragüit (el de enmedio) y Alto (obviamente, el de arriba).
Tres pueblos escondidos y casi olvidados, hasta que hace muy pocos años
una carretera les abrió al mundo exterior. Por eso conservan mucho de
su ancestral pureza entre casas encaladas, flores encendidas, gentes
amables y panorámicas de ensueño. Son otro mundo que vale la pena descubrir.
- Gualchos. La sorpresa de la Costa Tropical. Es un municipio
situado a pocos kilómetros del litoral y que conserva en su trama urbana
las claras reminiscencias de su origen árabe. Aquí, en Gualchos, todo
es tranquilo y sereno. Un grato descubrimiento para quienes buscan el
descanso gratificante lejos del mundanal ruido, pero muy cerca de él.
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