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Por
su elevada toxicidad y la relativa abundancia en los bosques, la Amanita phalloides
es la seta más peligrosa, causante de la mayoría de las intoxicaciones
mortales en nuestro país. Tiene una forma típica de seta, un porte airoso, un pie esbelto con anillo de color blanco, el sombrero centrado luciendo un color verde oliváceo, aunque muchas veces tiende hacia el amarillo, encontrándose ejemplares blanquecinos. Las láminas son blancas pudiendo tener reflejos verdosos. Esta Amanita se puede confundir con algunas especies como la Russula de color verde, pero esta última no tiene ni volva ni anillo o con la Psalliota (Agaricus arvensis), seta comestible de color blanco, que tienen anillo, pero no volva, y sus láminas son rosadas, aunque , con el tiempo tienden hacia el marrón oscuro. Hay que tener en cuenta que la volva puede quedar tapada con el musgo o la hojarasca, por lo que no resulta visible a un primer golpe de vista, por lo que es necesario, en estos caso, arrancar entera la seta en cuestión para comprobar la existencia o no de volva, ya que este último extremo daría la clave, en muchos casos, para una correcta identificación. Otras dos Amanitas sumamente tóxicas y de aspecto similar son: La Amanita verna, que se reproduce en primavera y la Amanita virosa, que es una seta de otoño, aunque es menos frecuente que la phalloides. El hábitat más frecuente de todas estas Amanitas son los bosques de hoja ancha. Los primeros síntomas de intoxicación se presentan al cabo de algunas horas de haber ingerido las setas, normalmente entre ocho y diez horas. Los primeros síntomas son de tipo gastrointestinal, diarrea intensa, vómitos continuos, deshidratación. Más adelante se presentan trastornos nerviosos, hepáticos y empeoramiento del estado general. | |||||
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